Del valle del Ródano al mundo entero, pasando por Australia la
uva "syrah" es la tercera variedad tinta que conforma el triángulo de
la fama que comparte con la cabernet sauvignon y la pinot noir. Su procedencia
es incierta, a pesar de que muchos expertos coinciden que surgió en Persia. Sin
embargo, es en el valle del Rodáno, donde se asienta definitivamente creando
grandes vinos desde hace siglos. Hoy el Hermitage la Chapelle de Paul Jaboulet
es uno de sus vinos míticos.
Después de Francia, Australia es seguramente el país que más
fama ha dado a esta uva que admite dos grafías, -tan correcto es decir syrah
como shiraz-, con grandes vinos como el Grange Hermitage de Penfolds o Henschke
Hill of Grace.
Actualmente es una de las variedades más de moda en el mundo
vitivinícola, con muy buena adaptación a los climas mediterráneos.
En Australia, se cultiva principalmente en la zona de Barossa
Valley y desde ahí saltó a otras zonas como California, Chile, Sudáfrica,
Argentina, Italia, Grecia y, por supuesto, también España.
Su introducción en España
Es el Marqués de Griñón a través del enológo Emile Peynaud quien
la introduce en 1982, en lo que hoy es actualmente la Denominación de Pago
Dominio de Valdepusa, situado en Toledo (La Mancha). Su vino, Dominio de
Valdepusa Syrah, sigue siendo año tras año, uno de los mejores exponentes de
esta variedad.
Desde esa fecha hasta ahora, se ha ido extendido poco a poco.
Los primeros monovarietales de syrah procedieron de Jumilla y Alicante y salieron
de las bodegas de Agapito Rico y Enrique Mendoza. Años más tarde, les siguieron
también en Jumilla las bodegas Casa de la Ermita y Julia Roch.
Esta uva se ha aclimatado a la perfección en todas las
Denominaciones de Origen de la Comunidad Valenciana y Murcia, al complementar
muy bien con la monastrell, que es la variedad característica de esta zona del
Levante.
También combina con la garnacha y cariñena, aportando longevidad
y frescura. La garnacha y cariñena son uvas autóctonas de Aragón (Cariñena, Calatayud,
Campo de Borja) y Cataluña (Priorato, Montsant, Terra Alta, Tarragona) , por lo
que muchos de estos vinos suelen llevar algo de syrah.
La Mancha y Valdepeñas son otros de los lugares de asentamiento
de esta uva. Actualmente está autorizada en numerosas Denominaciones de Origen
(DOS), pero es sobre todo en las zonas expuestas más directamente al clima
mediterráneo y mediterráneo-continental donde ha encontrado su lugar :
Cataluña, Baleares, Aragón, incluso en el prepirineo aragonés.
Clima, suelo y cultivo
Las características propias de la syrah potencian sus
posibilidades cuando crece en suelos fuertes, francos o franco-arcillosos y
climas cálidos y soleados. En su fase de crecimiento requiere disponer de una
cantidad equilibrada de agua, es decir, no sufrir déficit hídrico en su riego
pero tampoco excesos de agua de forma que se permita una buena aireación de sus
raíces.
Sus propias características la convierten en una uva ideal para
los viticultores. Como señala Jancis Robinson "la cabernet es al vinificador,
lo que la syrah al viticultor" debido a que ésta última es fácil para
cultivar y poco vulnerable a las enfermedades.
En su cultivo, es muy importante cuidar las tareas de deshojado
y aclareo de racimos debido a que la syrah es sensible a la botritis. Las
producciones máximas aconsejadas son de 7.000 kilos por hectárea y también hay
que prestar especial atención a la briba.
Al ser una variedad vigorosa, con mucha madera, los sarmientos
se tumban por lo que la sujeción debe ser de dos niveles de doble alambre y
emparrado alto.
El vino monovarietal de syrah: sus aromas
La uva "syrah" da lugar a vinos de alta calidad
siempre y cuando se controlen adecuadamente los rendimientos, se preserve la
concentración de aromas en la vinificación, se realice una fermentación larga,
se vigilen las condiciones sanitarias y la temperatura e, idealmente, repose en
barricas de roble. Controles que si se realizan con continuidad, consiguen que
sus mejores vinos se sitúen a la misma altura que los grandes borgoñas y burdeos.
Los vinos de esta variedad son suntuosos, vigorosos, potentes,
con cuerpo, de textura sedosa, con gran cantidad de taninos y materia
colorante.
En su cata, los vinos jóvenes, -como comenta el técnico y
sumiller José Sánchez-, tienen aromas muy agradables a violeta, cassis y fruta
negra (mermelada de ciruelas, grosella negra, zarzamora..), mientras que los
vinos que son sometidos a una crianza en roble desarrollan otros aromas como
ligeros toques ahumados, coco, aceituna negra, trufa, brea, especias .. y sus
sabores abren un abanico de posibilidades entre la grosella negra, cassis,
mermelada de ciruelas, zarzamoras y sabores especiados dejando un prolongado
recuerdo en la boca.
Su carácter natural es sólido y por eso adquieren más
personalidad a medida que envejecen pero también hay vinos muy ligeros y
frescos que abren horizontes inesperados. Estos presentan un color muy intenso
del estilo rojo grosella o frambuesa o violeta intenso.
http://www.sabormediterraneo.com/vinos/articulos/syrah.htm